domingo, 26 de febrero de 2012

Hasta el infinito!! y más allá!!


Son las 6:50am de la mañana del 26 de Febrero de 2012, domingo de piñata...suena el despertador. No me lo creo, solo unas pocas horas han transcurrido desde que ayer por la tarde fuera a correr los 15km que separan Santa Cruz de San Andrés en compañía de Jose Angel, hace frío, me he perdido la única fiesta del año en la que realmente me gusta, aun me duelen las piernas, pero así y todo me levanto con ilusión, motivado y con un ganas de vivir la vida que siempre he soñado.

El desafio de hoy me gusta, recorrer los 180km que separan mi casa de la Punta de Teno, el punto más alejado a donde se puede llegar en esta isla. Desayuno, lo mismo de siempre, me visto, con la misma ropa de entreno, preparo la bicicleta, la misma de otras veces, mi fiel compañera...solo una cosa es nueva, la motivación y las ganas, renovadas durante las pocas horas de sueño de la noche anterior, de salir a entrenar durante horas, sin siquiera saber si lograré llegar o en que condiciones, nunca he intentado una tirada tan larga de kilómetros, pero sueño con lograrlo, pienso que lo lograré, creo que podré y con esa mentalidad salgo de mi casa. Hasta el infinito!!y más allá!!


Aun se ve por la calles mucha gente disfrazada, gente que clava sus miradas en mí, seguramente pensado “está loco, mira que salir en bici y no haber bajado anoche a emborracharse”, puede que lo esté, pero no es mi locura lo que me mueve, es mi motivación, y precisamente de eso he estado pensando hoy durante las 6 horas que tardamos en recorrer la distancia prevista, y de eso quiero escribir hoy.

Hace ya cerca de 3 meses cuando en Navidad nos hicimos unos cuantos propósitos que, se suponía, nada ni nadie impediría su ejecución desde ese lugar llamado "el mundo de las posibilidades". Puede que el tema no consistiera en propósitos, sino en auténticas necesidades que no admitían demora: bajar ese sobrepeso para evitar indicios de enfermedad. Hacerles hueco a esos estudios imposibles de resolver si se dejan para última hora. Apuntarse al gimnasio, para llevar una vida más sana, que mejore notablemente nuestra calidad de vida. Incluso, apostar por una relación seria, que estabilice de una vez por todas nuestra vida.

Todas estas situaciones apelan a una de las características común: la automotivación.

O, lo que es lo mismo, esa capacidad de motivarse por uno mismo, de encontrar las fuerzas movilizadoras en nuestro interior, sin tener que esperar a que estímulos externos nos pongan las pilas. Acostumbrados a una sociedad altamente sofisticada precisamente en el arte de proporcionarnos ese tipo de estímulos; a un sistema educativo que premia los resultados finales y a la competitividad; a un sistema productivo basado históricamente en el palo y la zanahoria..., es fácil deducir que no hemos sido entrenados en la tolerancia a la frustración, a la espera paciente y al esfuerzo disciplinado.

¿Por qué fallan los propósitos? La respuesta requiere una observación y otra pregunta: ¿Cuándo nos hacemos esos propósitos? Cuando una parte de nosotros reconoce lo que debería estar haciendo y no hace. Dicho de otro modo, un propósito suele ser una obligación que nos imponemos. Pero no nos gusta hacer nada por obligación, y menos aún si es por y para nosotros mismos. Ahí es donde se echa en falta la automotivación.

Este año seré puntual; voy a dedicar más tiempo a la familia; haré más deporte; aprenderé inglés; me tomaré las cosas con más tranquilidad... Todas son frases que apuntan a un escenario futuro, al que pretendemos acceder por mero convencimiento. Sinceramente, la cosa así no funciona. Las intenciones sin estrategia son meros brindis al sol.

Si a todo ello le añadimos que los propósitos se suelen plantear coincidiendo con épocas de inicio, ese recomenzar se asemeja a un marcador que se pone a cero, como si el tiempo se aliara con nuestros propósitos para darnos un empujoncito. Se trata de un espejismo más. Volveremos a nuestros hábitos adquiridos a no ser que pongamos en ello algo más que buenas intenciones.

La capacidad de motivarnos tiene mucho que ver con nuestra auténtica voluntad. Pero ¿es lo mismo la voluntad que la intención? Muchas personas dicen, por ejemplo, que quieren dejar de fumar. Ésa es su intención. Se han cargado de excelentes motivos para dejarlo, pero al mismo tiempo reconocen que no tienen suficiente fuerza de voluntad. Por tanto, voluntad e intención son cosas diferentes. Quizá sea útil distinguir entre aquello que hemos convertido en un deseo y aquello que en realidad estamos dispuestos o no a hacer.

Estamos motivados cuando sentimos deseo, anhelo, voluntad, ansia o carencia. O, lo que es lo mismo, cuando necesitamos resolver nuestras necesidades. Algunas son básicas, pero muchas otras se generan por nuestra capacidad de crearnos todo tipo de expectativas. Dicho de forma menos elegante: vamos detrás de lo que nos da la gana aunque probablemente no nos haga falta alguna. Pero se nos ha metido entre ceja y ceja y ahora sólo queda consumirlo.

Luchamos entre hacer lo que nos da la gana o adaptarnos a las exigencias del medio cuando nos impone un esfuerzo personal. Eso cuesta más mientras circulen mensajes publicitarios del tipo "Lo quieres, lo tienes". Hace falta mucho autocontrol y tener muy claras nuestras motivaciones si queremos sobrevivir a la vorágine social, haya más o menos crisis. Que la motivación venga de fuera es lo más fácil. En cambio, nos fortalecemos cuando somos capaces de motivarnos por nosotros mismos, estar motivado cuando la motivación viene de fuera no nos hace ser más fuertes.

Qué sentido puede tener hacerse propósitos que no vamos a cumplir, si no es para autocastigarnos un ratito y retomar ese viejo discurso que nos acompaña hace años, consistente en demoler nuestra identidad por nuestras incapacidades. Nos infligimos un cierto sufrimiento como para expiar la culpa de no tener más voluntad a mano. Entonamos un mea culpa por el desánimo que sentimos ante el esfuerzo que nos hemos ahorrado.

Automotivarse, como todo, es un aprendizaje. Y aprendemos entrenándonos. Y nada mejor para lograrlo que unas cuantas pequeñas frustraciones. La automotivación se ejercita cuando somos capaces de orientarnos hacia el logro, obteniendo como beneficio la satisfacción por el esfuerzo realizado, por la ilusión y el optimismo que hemos generado en la aventura de conquistar nuestros retos cotidianos. Cuando, en definitiva, fluimos con lo que hacemos. Ese fluir es impagable.

Si toda esa gente que observaba a dos extraños pedaleando a las 8,30am de un domingo de piñata supiera la satisfacción que da el lograr algo que te has propuesto, entonces no hubiéramos sido dos locos ciclistas rodando hasta el faro del fin del mundo.

martes, 14 de febrero de 2012

Da cada día lo que puedas

Me gusta cuando me pinta de sus colores, me encanta cuando me roba todo el calor, disfruto de cada dolor que recorre mi cuerpo cada vez que pedaleo, o de cada esfuerzo que realizo para dar cada paso en la montaña destino a la meta final, terminar el entreno y dar todo lo que puedo...pero hoy no era uno de esos días.

Llevo tiempo sin escribir, pero no por ello sin entrenar ni sin disfrutar de la libertad que me proporciona el deporte. A estas alturas de mes el GPS marca ya 80km de montaña, 350km de bicicleta y cerca de 40km de rodaje en llano...no esta siendo un mes muy duro de cifras, pero el tiempo no acompaña, casi en todas las salidas ha llovido, ha hecho mal tiempo o como hoy, el viento a jugado en mi contra, así que por ahora estoy contento con esas cifras, no pretendo ser el mejor en nada, solo superarme a mi mismo, un reto que por ahora me voy ganando.

Las últimas salidas habían sido, la subida al barrando al de Tahodio, 80km de bici con dos idas y sus correspondientes vueltas hasta Igueste, la ascensión a Arico con perdida incluida que finalizó con un total de 30km debida al desconocimiento exacto de la ruta (a pesar del GPS) y ayer para rematar, 20km de asfalto, todo eso mezclado con algunas clases de spinning debido al mal tiempo reinante...hoy a las 7,30h sonaba el despertador para ir a trabajar.

Suena el despertador, abro los ojos y lo primero que siento es un dolor general en el cuerpo, me duele todo, los kilómetros acumulados en la última semana se notan por todo mi cuerpo. No soy un buen corredor, no me cansaré de escribirlo (ni de pensarlo), ni tengo un técnica refinada ni un buen estilo, así que mis piernas sufren en cada carrera que hago, mis rodillas se quejan en cada descenso de montaña y mi espalda grita en cada ascensión. Eso no logrará pararme, pero si hace que los dolores y las sobrecargas se acumulen en mí exponencialmente, aunque eso indudablemente forma parte del juego.

Me dirijo a la ducha, para ver si un poco de agua caliente logra reactivar alguna parte mi cuerpo. Como aún es temprano y me queda un poco de tiempo para llegar al trabajo puedo dedicar 15 minutos a estirar un poco todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo...después de todo este ritual parece que algo se ha aliviado, pero sigo muerto, muerto físicamente y lo que es peor, muerto mentalmente.

Ahh, se me olvidaba comentarlo!! hoy tengo entreno con Adri (50 de bici y 8 de carrera)...mi cuerpo y mi mente me odian con todas sus ganas, pero en el fondo de mí aun queda un poco de espíritu de sacrificio, una pizca de constancia y un toque de autosuperación que me llevan a continuar con el entreno fijado. No puedo rendirme, sería un fracaso personal al que en un día como hoy, no estoy dispuesto. Si fuera un día que tuviera ganas, o un día que me encontrase al 100% (cosa que casi nunca ocurre por cierto) o simplemente que no me apeteciese, entonces si podría posponer el entreno de hoy, dejarlo voluntariamente para otro día y simplemente descansar y hacer un poco de sesión en el gimnasio, pero hoy no, no puedo permitirme que mi cuerpo y mi mente se alíen en mi contra.

A lo largo de la mañana, las ganas no van en aumento, pero por lo menos el cuerpo va entrando en calor y los dolores que recorren todo mi cuerpo van disminuyendo. Un café, dos cafés,...pero por si alguien no lo sabe o aun no se ha dado cuenta, el café no aumente las ganas de hacer nada, solo evita que nos dejemos dormir, y yo, no tengo sueño.

Son las 14.00, hora de salir, destino, Las Teresitas. El día está nublado, hace viento, esta a punto de empezar a llover, y encima no tengo ganas de entrenar...el día perfecto para ponerme a prueba, si hoy puedo, siempre podré (me repito en mi interior una y otra vez).

Desde el comienzo del entreno ya notamos como será un día duro, el viento juega en nuestra contra, podríamos haber escogido la estrategia de tirar un rato cada uno, así por lo menos durante un instante uno de los dos iría cubierto del viento tras la estela del otro, pero no, hemos venido a entrenar, a sufrir y a mejorar, y eso haremos, desde el primer metro hasta el último kilómetro rodaremos en paralelo. Una cosa inexplicable ocurre en esa recta, cuando vas el viento juega en tu contra y cuando vuelves igualmente, como si el viento quisiera jugarte una mala pasada, sigue soplando en tu contra.

De este modo rodamos durante los primeros 20 primero kilómetros, estábamos un poco cansados del viento, las piernas seguían sufriendo los kilómetros de los días anteriores, el frío no disminuía y la lluvia empezaba a acecharnos, así que tomamos una decisión...próximo destino Igueste, donde haría mas frio, nos tocaría subir en vez de rodar en llano, las piernas dolerían más, los pulmones nos pedirían que tomáramos más aire en cada bocanada, el corazón aumentaría su ritmo y las ganas de bajarnos de la bici no cesarían en ningún instante. ¿Esto no es lógico, verdad? Pues sí, si que lo es, porque en la vida hay que sacrificarse, sobreponerse a las ganas, al viento y al frío, a los dolores y la desgana, porque todo eso son signos de que seguimos vivos, y mientras sigamos vivos tenemos que seguir adelante.

De este modo recorrimos los 6 kilómetros de ida y los 6 de vuelta que nos separaban de Igueste, la lluvia hizo acto de presencia, el frío hacia que la subida fuera mas dura de lo que ya es, las gana seguían sin aparecer, pero ahí seguida dando pedales, poniendo buena cara al mal tiempo, y no mirando mas allá del siguiente metro, fijarme un objetivo más ambicioso que ese en el día de hoy hubiera sido una locura.

El resto de los kilómetros hasta alcanzar los 50 fijados no tuvieron nada de diferente, fueron igualmente una pesadilla, vueltas y vueltas con el viento en nuestra contra...al final 50km, objetivo conseguido.

El tiempo no había sido el mejor, los kilómetros no habían sido demasiados, el ritmo (a causa del viento) no había sido demodelor, pero había terminado y eso para mí ha sido un victoria. Una conclusión he sacado de este día de hoy...SI HOY PUEDE, SIEMPRE PODRÉ.