Son las 5:15 de la mañana, se acerca la hora, y como si de
una manifestación se tratase, los corredores se dirigen a pasar el control de
chip, son decenas, cientos, miles de corredores dispuesto a ponerse a prueba.
Yo como en cada carrera, ya sea de 5km o de 83km, estreno ansiedad, pero esta
vez hay algo diferente, algo que antes quizás nunca me había pasado por la
cabeza en la previa una carrera, hoy voy preparado para sufrir, preparado para
dar lo mejor de mi mismo, pero sobre todo a disfrutar de una carrera. Pasamos
el control de chip y los nervios van aumentando, es imposible controlarlos. La
gente ajusta sus relojes, enciende sus frontales, revisa hasta el ultimo
detalle de su equipación...muchos ubican a los cuatro o cinco a los que quieren
ganarles, son sus referencias de carrera, yo por mi parte solo pienso en una
cosa, en terminar, en superarme a mi mismo, en estar listo para sufrir y sobre
todo en no rendirme nunca, esa es mi motivación.
Comienza la cuenta atrás, suena a todo volumen por los
altavoces AC/DC y antes de que me dé cuenta, la carrera ya ha comenzado. Los
primeros kilómetros los afrontamos a un ritmo bastante alto, queríamos evitar
el atasco que se forma en la entrada del sendero que nos llevará hasta Los
Canarios, una larga fila de luces se ha apoderado de la oscuridad de ese
sendero, en fila como si de hormigas se tratasen van llenando el sendero de
luces, es como si alguien hubiera llenado la oscuridad con un rosario gigante
de luces, se dirigen a toda velocidad hacia Los Canarios. Vamos juntos, somos 3
pero como si fuéramos uno, nos gritamos, nos ubicamos, nos separamos y nos
reencontramos, pero siempre 3...en formación de a uno.
Por el camino me encuentro con Santi, el primero de Los
Correcaminos, la liebre, el que siempre tiene prisa por llegar, y siempre
llega, comparto unos metros con él, me cuenta algunas anécdotas de su llegada
hasta la salida, vamos juntos unos metros, luego desaparecerá, su ritmo es
demoledor, mejor dejarlo ir.
Los Canarios, ese pueblo es increíble, llegas y te parece
que eres el ganador de la carrera, apenas son las 7 de la mañana y todo el
pueblo te recibe con palabras de ánimo, te alientan, te aplauden, se sienten
orgullosos de que corras por su pueblo, nadie en ese pueblo se ha quedado en su
casa, nadie quiere perderse a estos locos pasar por allí con destino a no se
sabe donde, unos a la meta, otros no pero
para ellos y para mi, todos son unos campeones.
La carrera comienza a estirarse, hombres y mujeres de entre
18 y 70 años llevados por una fuerza insuperable que les impulsa a correr van
conquistando el sendero. En el transcurso medirán una y otra vez su propio
tiempo, están tratando de ganarle a alguien, a ellos mismos.
La carrera continúa, algunos literalmente vuelan sobre el
sendero, otros corren, algunos trotan y muchos caminan. Disfrutan cuando te
adelantan, pero te alientan, te animan y te dicen que no aflojes. El ambiente
es magnifico, comienza a amanecer y un paisaje paradisíaco va apareciendo antes
nosotros, una paisaje donde se mezclan pinos, lava, picón, arena,...
Me tiran de la mochila, noto un como alguien me agarra, algo
tira de mí, me retiene… pienso que sea alguno de mis compañeros que quieren
parar para algo, pero no, es Yeray, otro correcaminos, el palmero incansable,
que alegría ver a alguien conocido de nuevo, compartiremos unos kilómetros y luego
proseguirá su marcha, está en buena forma, va a buen ritmo, se le ve contento y
feliz, suerte Yeray.
Pasan los kilómetros, seguimos en formación de a uno, aunque
seamos tres, seguimos funcionando en equipo, si uno para todos paran, si uno se
cansa otro se pone en cabeza para seguir tirando del resto, si uno se queda en
silencio, otro habla para ir amenizando el paso del tiempo. Y a ratos comienzo
a preguntarme donde estará el primer avituallamiento de sólidos, es en El
Pilar, ya queda menos aunque por momentos me pregunto si estoy loco, en mi casa
tengo todo el liquido y toda la comida que quiero pero en cambio aquí me
encuentro en mitad de ninguna parte, intentando subir pendientes inhumanas,
pensando siempre en dar un paso más, sufriendo y disfrutando al mismo tiempo…
en compañía de todo es más fácil.
deseo que se pasa por la cabeza es que no haya otro subida más, pero eso no se cumple, hay una, y otra y luego otra… hasta que por fin comienza la bajada, nos llevará hasta El Pilar.
El recibimiento es espectacular, cientos, quizás miles de
personas se agolpan en ese punto, para muchos es su final, aquí está la meta de
la Media, muchos corredores cuando llegan se abrazan de su mujer o de su esposo
que disimulan a puro amor la transpiración en su cara y en su cuerpo. Los
esperan sus hijos y hasta algún nieto o algún abuelo les pega un grito
solidario cuando atraviesan la meta. Llevan un cartel en la frente que enciende
y apaga que dice “Llegué -Tarea Cumplida”. Se paran enseguida porque lo saludan
los que llegaron antes. Se tiran al suelo y otra vez se levantan porque van a
saludar a los que llegan después que ellos. Miran con cariño y sin lástima al
que llega diez minutos después, respetan al último y al penúltimo porque dicen
que son respetados por el primero y por el segundo. Disfrutan de los aplausos,
disfrutan de su esfuerzo y de haber cumplido su objetivo, han llegado.
A nosotros aun nos quedan 57 kilómetros, es hora de reponer
fuerzas, de comer algo, de volver a llevar nuestras mochilas de líquidos, de
limpiar nuestras zapatillas de piedras y como no, de seguir disfrutando. Allí nos esperan Enma, Segura y Tinguaro, nos
animan, nos aplauden y nos guían, en verdad yo no me fijo que haya más gente,
voy concentrado en comer, en beber, en dosificarme para afrontar los siguientes
kilómetros. Nos dejamos guiar por ellos, Enma nos saca unas fotos y nos anima, eso
nos da un poco de fuerzas y continuamos nuestra marcha. La cosa se pondrá dura
a partir de ahora.
Una pista nos conducirá hasta El Reventón, es una pista
amplia, con algo de desnivel, se estrechará un poco mas adelante y volveremos a
formación de a uno, pero seguimos siendo tres. Hay mucha gente por el camino,
adelantamos, nos adelantan, volvemos a adelantar, pero siempre sin dejar de
animarnos unos a otros, el buen ambiente reinará durante toda la carrera. A
pocos kilómetros de El Pilar nos topamos con Mohamed Ahansal, 5 veces ganador
del Marathon des Sables, se retira…UPPSS, la cosa se pone sería, esto ya no es
una broma, un tio que gana 5 veces esa Marathon y aquí se retira, tocará
apretar los dientes a partir de ahora.
Llevamos 5 horas y 27 minutos, 34 kilómetros, estamos en el
Reventón, al fondo se observa ya el Roque de Los Muchachos, unos kilómetros,
quizás una o dos horas y estaremos allí, ERROR!! Viene para mí, la parte clave
de la carrera… esas bolas blancas están ahí, pero nunca llegan, se acercan y se
vuelven a alejar, subes, bajas, serpenteas, no hay siquiera un poco de sombra,
estás a 2.000 metros de altitud y cuanto más corres, más lejos están esas
bolas. Aquí es donde toca poner a prueba la mente y el cuerpo, incluso hasta el
punto de llegar al agotamiento, el fracaso y el colapso total del cuerpo
estarán siempre presentes durante las próximas 4 horas, 17 kilómetros en los
que hay que estar dispuesto a sufrir, en lo que piensas por qué estás ahí,
piensas en si vale la pena, en por qué no retirarse y dejar de sufrir, pero
siempre continuas, simplemente es un sentimiento que no tiene explicación, un
sentimiento de satisfacción que nada tiene que ver con ser el mejor, ni con
llegar el primero, solamente satisfacción por el trabajo bien hecho, un
sentimiento que te lleva a dar un paso tras otro, disfrutando de cada paso,
sufriendo a cada paso. Ese sentimiento puede ser tan maravilloso como cualquier
otra cosa que la vida pueda ofrecer. Supongo que el hecho de disfrutar del
trabajo duro es más un gusto adquirido, más que un placer o una diversión, pero
una vez adquirido, uno puede sentirse bien de más formas y la vida será mucho
mejor. Más duro, mejor.
Los últimos metros antes de llegar al Roque los corremos
junto a Segura y Tinguaro, de nuevo han estado durante horas esperando por
nosotros en ese punto, eso no tiene precio… solo por no defraudarlos a ellos
seguiría corriendo hasta donde hiciera falta. Ellos y Enma nos han esperado,
confiando siempre en que llegaríamos, han aguantado al Sol, al calor y al
tiempo durante horas, solo para animarnos durante unos minutos, allí comeremos
y nos cambiaremos los tenis para afrontar el descenso, terreno nuevo, tenis
nuevos. En ese punto se ven muchas caras, caras de dolor, caras de sufrimiento,
caras de derrota, pero también caras de satisfacción, caras de ilusión, caras
de alegría… muchos no pasarán de este punto, como había ya leído muchas veces,
este es el punto clave, hay que llegar con piernas al Roque, con piernas y con
cabeza. 9 horas y 50 minutos, 57km…continuamos.
Comienza la bajada, será terrorífica, sobre todo la segunda
parte a partir de la torreta del Time. La primera parte la afrontamos con
ánimos, bajamos a buen ritmo, saltamos, serpenteamos, nos unimos a varios
grupos, adelantamos a bastante gente, vamos animados y con piernas… lo peor
había pasado ya. Vuelvo a equivocarme!!! Lo peor estaba por venir. No sé en que
momento, ni cual fue la causa, pero los pies se me habían ido llenando de
ampollas, cada paso era como pisar sobre un manto de agujas afiladas, intentaba
correr, pero pisar era como meter el pie en un infierno… a partir de aquí
nuestro paso se ralentizará, Victor y Jose no paraban de esperarme, me siento
un poco culpable por ralentizarlos tantos, intento correr a tramos pero por
momentos me es imposible, corro y camino, intento correr pero los pies me
duelen como nunca me habían dolido, nos restan 12 kilómetros en los que no
pararan de esperarme, en los que les iré ralentizando paso a paso, pero en los
que nunca me abandonarán, sin Jose y Victor esperándome el infierno de la
bajada hubiera sido mucho peor, si es que eso es posible. GRACIAS.… salimos
como un equipo, corrimos como un equipo, morimos como un equipo, llegamos como
un equipo.
Al final la línea de meta, hemos dado la vuelta a La Palma,
83 kilómetros, 14 horas, 44 minutos, 44 segundos, 8.525 metros de desnivel
acumulados.
Gracias chicos, si ustedes esto no hubiera sido posible, Gracias
Jose por animarme a esta aventura, por enseñarme y compartir tu tiempo conmigo,
a Victor por compartir sus entrenos conmigo y por retener su ganas de bajar
durante los últimos kilómetros, sé que te hubiera gustado bajar mucho más
rápido y que estabas preparado para ello. A Enma, Victor y Tinguaro por creer
en nosotros, esperarnos y animarnos sin importar cuantas horas tardáramos en
aparecer, gracias a todos de verdad. Y como no, a Cristo, por esperarme en la
meta, por recibirme como si realmente hubiera ganado algo ,por creer que iba a
llegar y esperarme durante tantas horas en esa línea de llegada.
Cuando corro, mi tiempo es para mí, sin molestarme en pensar
en horarios, ni obligaciones ni ninguna otra preocupación que ronde por mi
cabeza ese día. La mayoría de la gente corre una carrera para ver quien es el
más rápido, yo soy pésimo corriendo (yo lo sabrán), pero yo no corro para ver
si soy más rápido que nadie, yo corro una carrera para ver quien tiene más
agallas. Intento no correr con las piernas, sino con el corazón y por eso cada
carrera me hace feliz. Uno ha de darse cuenta de que puede ser su propio héroe,
de perseguir sus sueños y de escuchar a su corazón, es ahí donde está la
verdadera victoria. IMPOSIBLE NO ES UN HECHO, ES SOLO UNA OPINIÓN.