jueves, 1 de marzo de 2012

Nunca te confundas

He perdido la cuenta de cuantos días seguidos sin descanso llevo entrenado. Vienen a mi mente flashes de la ruta hasta Teno con Jonay, de la carrera por el monte con Guti hace dos días, de las clases de spinning los días que no he podido salir a rodar en bici, de las idas y venidas desde Santa Cruz hasta las Teresitas, en compañía de Domi y otras veces yo solo, de las ascenciones por el Bailadero en bicicleta, de la ascensión al Teide por la cara norte, todo entrelazo con cortas pero intensas sesiones de gimnasio...veo imágenes sueltas en mi cabeza, y aunque ha habido muchos momentos de sufrimiento, solo viene a mi mente buenos recuerdos de cada uno de esos entrenos.

A pesar de ello, mis piernas están doloridas, pesadas como si fueran de hormigón y no de goma como deberían de ser para afrontar nuevos retos. Siento como me cuesta moverlas, y como un pequeño dolor se apodera de ellas en cada pisada, creo que piden un descanso urgente. Mis energías decaen día tras día y lo noto en que mi cuerpo pide cada día más comida, la necesita para poder seguir este ritmo.

Hoy al terminar la sesión matinal de gimnasio con Goyo, aunque no ha sido ni más larga ni más intensa que en otras ocasiones he llegado a casa y aún no era ni mediodía, pero necesitaba comer, estaba cansado y hambriento, así que he decidido comer y acostarme en la cama a leer un poco, sin planear nada, sin prisas, sin horarios. Poco a poco me he ido dejando dormir en la cama mientras leía, hasta que al final me he rendido al sueño y me he dejado dormir.

Al abrir los ojos eran las 14:15, pero lo único que se me ocurre es esconder la cabeza debajo de las sábanas y apretar con fuerzas mi cuerpo contra el colchón. Noto como el calor me recorre, desde los dedos de los pies hasta las mejillas, siento como si me encontrara ante una chimenea que impide que el frío exterior cale en mi piel. Mis brazos, piernas y tronco se mueven al compás en el interior de la cama hasta encontrar esa postura perfecta, esa postura en la que te pasarías horas disfrutando. Mis músculos están completamente relajados y no ejercen ninguna fuerza para poder mantenerse en su postura actual. Mi cabeza está en paz y rodeada por un silencio absoluta que reina ahora mismo en mi casa, creo que podría pasarme el resto de la tarde en esta postura, sin pensar en nada, sin planificar nada, sin moverme, no lo necesito mi postura es perfecta y las sensaciones que recorren mi cuerpo también lo son. No tengo ni frío, ni calor, no tengo hambre, la postura es perfecta, no me duele nada y por mi mente no pasa ningún pensamiento, solamente una sensación de placer indescriptible. Es como si mi mente hubiera abandonado mi cuerpo, floto en el espacio, disfruto, y dejo que el sueño me traslade a mundos imaginarios, vuelo libre, el placer me invade, ¿no es eso mucho mejor que tener que salir a entrenar en la bici durante horas al frió del invierno mientras tus piernas no paran de dolerte ni un segundo? Me dejo seducir por esa idea, tras tantos días sin parar, el confort de la cama es la mayor de las recompensas, y creo que me la merezco.

¿Y si resulta que hoy me encontrado a mi mismo, y he hallado la felicidad de disfrutar de la vida de una nueva manera? Si la solución consiste sencillamente en dejar que el cuerpo disfrute sin tener que ponerlo al límite, creo que esto si que es vida.

Me echo a reír!!!!!!!!. He estado a punto de dejarme convencer por mis propios pensamientos, ESTO NO ES FELICIDAD, SOLO ES COMODIDAD!!!!!! me levanto de la cama, me preparo las mallas, el GPS, reviso la bicicleta, cojo un botellín de agua y como no, mi Ipod para que me acompañe durante el entreno de hoy, me voy destino el Bailadero aunque el tiempo está feo, las piernas me duelen y he perdido la cuenta de los días llevo sin parar,...han sido 2 horas y 5 minutos de felicidad, un nuevo récord personal para mí, una nueva batalla ganada y una sensación de libertad y soledad acumulada.

Hoy he aprendido una nueva lección, los límites no existen para nuestro cuerpo. De él solamente dependerá nuestra velocidad y nuestras fuerzas, pero los límites reales, aquellos que nos conducen al abandono o a seguir luchando, los que nos permiten alcanzar nuestros sueños, esos no dependen de nuestro cuerpo, sino de nuestra mente, de nuestra motivación, de las ganas de hacer realidad los sueños.


NO CONFUNDAS LA COMODIDAD CON LA FELICIDAD!!

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