sábado, 10 de marzo de 2012

Tu eliges

La semana pasada corrí la II Carrera Nocturna de La Laguna. La verdad que no había planeado correrla, lo había comentado con Cristo e incluso casi habíamos concretado que la correríamos juntos. No sé por qué, pero la idea se difuminó en mi cabeza durante el transcurso de la semana, y llegado el día ni siquiera lo recordaba, no la esperaba con ansias, ni había planeado especialmente la semana para ir a correrla. Tanto fue así que hasta olvide inscribirme, no tenía dorsal, en mis planes no entraba el correr ese día y hasta tenia pensado ir a correr por la tarde un par de decenas de kilómetros para que no perder la costumbre.

Pero no sucedió así, al final Cristo me avisó, corrí con un dorsal prestado, sin entrenar de manera especial, ni comer, ni siquiera descansar un poco ese día antes de la carrera. Solamente me llamo, dejé lo que estaba haciendo y me apresuré a toda velocidad hacia mi casa para recoger un pantalón corto, unos tenis, una camisa...y las ganas de correr, de automotivarme a seguir durante los últimos kilómetros cuando el cuerpo ya empieza a pedir un respiro, de disfrutar de la carrera, de compartirla con amigos y conocidos que allí se congregarían, en definitiva, de vivirla!!

Y así fue, para mí yo lo resumiría en una sola frase “Veni, vidi, vici”

No fui el más rápido, ni el primero de mi categoría, ni quede en un puesto de honor, ni siquiera en un puesto digno de mencionar, pero hubo una cosa que no cambió por ninguna de esas ya mencionadas...HUBO MUCHA GENTE QUE NO CREYÓ EN MÍ, que no pensó que hubiera podido quedar en ese puesto, que incluso me buscó en la lista y no me encontró (ya comente que corrí con un dorsal prestado, gracias Sergio), que no creen en mí porque no creen en ellos mismos, y por eso me siento genial, porque muchos me dicen que no podré, que no puedo o que no he podido, que eso es imposible para mí, que no soy capaz de esto de aquello, que dudan de mí sin darme siquiera la posibilidad de intentarlo. Lo que no saben es que eso lo único que hace en mí es aumentar mis ganas, hacerme más fuerte, tener ganas de sufrir más y termine en el puesto que termine y haga el tiempo que haga, para mí yo soy un ganador sin importar lo que piensen los demás, sin importarme si quedé el primero o el último (preferiría quedar el primero, no me voy a engañar), si mejoré mi tiempo del año anterior o no, porque en mi interior sé que lo he dado todo, que no he podido sufrir más, que no me he podido sacrificar más durante la carrera y que he dado hasta el último aliento de mi cuerpo por hacerlo lo mejor que yo sé.

Soy una persona cuya constitución es casi la peor posible para correr, mi peso que sobrepasa con creces los 80kg, consume hasta el último átomo se oxigeno que mis pulmones son capaces de absorber en cada bocanada de aire para alimentar a cada uno de mis músculos, mis rodillas sufren en cada pisada como si sobre ellas cayeran una prensa hidráulica que las aplastara con una fuerza jamas imaginable por ellas, mi técnica es nula, desconozco totalmente cual es la manera correcta de correr, mis entrenos no son nada técnicos, yo solo sé salir a correr y ya está, nada de series ni progresiones, solo corro hasta terminar exhausto y entonces corro un poco más y luego paro.

Por todo ello cada carrera que termino es un éxito para mí, y a pesar de no saber correr, de no prepararme específicamente para correr, de no tener ni idea de como dosificarme ni de cual es la manera correcta de pisar y poder avanzar cada vez más en cada pisada, si que sé una cosa, y es que he dado todo lo que he podido, que no he ahorrado ni un ápice de sufrimiento ni de sacrificio en ningún instante y que pudiendo haber elegido el dejar de sufrir en cualquier instante, no lo he hecho, he sido fuerte y he continuado hasta llegar a la meta, y eso para mí me cuenta como una victoria propia, no sé vivir de otra manera.

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces?

¿Por qué no huye? Yo era pequeño, 5 o 6 años, así que no tenia aún la sabiduría de los adultos. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí la respuesta:

El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...

NO QUIERO SER UN ELEFANTE DE CIRCO!!

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