El día acompañaba
bastante, así he quedado con Marcos y con Goyo para ir a entrenar un
poco al monte. Como tengo el coche en el taller, Marcos ha pasado a
recogerme y hemos subido en su coche hasta la Esperanza, destino la
pista de Ovejeros. Por el camino, como si de una fila de hormigas se
tratase no hemos encontrado con varios ciclistas subiendo, cada uno a
su ritmo, pero todos disfrutando del camino, y sobre todo el
esfuerzo.
A las 9:15 ya estábamos
en la pista, tenis, mayas, GPS, y esta vez y debido al lugar hasta
guantes y pasamontañas, hacia frió pero el día era bueno, de esos
días que hace frió pero todo está en calma, si parábamos de
hablar se podía oír el murmurar del monte, el ruido del viento
corriendo por las copas de los pinos como si él también hubiera
salido a entrenar desde temprano. Estiramos un poco, calentamos bien
los músculos, las articulaciones y si hubiéramos podido hasta
hubiéramos calentado nuestros propios huesos.
GPS activado, comenzamos
a correr. Durante los primeros kilómetros la pista es bastante
llana, incluso con alguna pequeña bajada y me he dedicado a
disfrutar del paisaje y de la compañía, nunca se sabe cuando
tendrás que volver en solitario a este lugar, así que nada mejor
que una buena conversación mientras vas observando como los pájaros
que se encuentran en mitad del camino levantan el vuelo a medida que
te acercas, las plantas y los arboles parecen observarte y hasta
querer animarte e incluso algún pequeño animalito en los bordes del
camino sale huyendo al percatarse de nuestra presencia, somos
extraños en un mundo que creemos que nos pertenece. Se dibuja ante
nosotros un paisaje que se va apoderando de nuestra mente, no piensas
en las piernas, ni en los pulmones, en si respiran más o menos,
simplemente te dejas atrapar por el paisaje, corres, respiras, pones
una pierna delante de la otra y todo eso sin siquiera pensarlo, vas
disfrutando, te dejas atrapar por un paisaje que no aprieta jamás,
un paisaje que te hace olvidarte de todo, solo corres y disfrutas.
Y de repente, como si de
un acantilado se tratase, el camino asciende ante nosotros, llega la
parte dura, es hora de sufrir y toca motivarse. En este punto Marcos
se despide de nosotros, no porque no vaya a continuar corriendo sino
porque su motivación es musical, enciende su MP3, se coloca sus
cascos y a partir de ahora continuará los kilómetros que nos quedan
en un mundo de fantasías, un mundo imaginario, como si se tratara de
una de la novelas de Michael Ende, un mundo llamado Fantasía.
Continuamos ascendiendo durante varios kilómetros, son los últimos
antes de regresar, el paisaje no cambia, pero para serles sincero ya
no me preocupaba del paisaje, solo miraba al suelo y buscaba en mi
mente alguna imagen que me motivase a seguir, buscabas frases de
ánimo e incitaba a mi cerebro a convertir cada paso en un logro más.
En unos pocos kilómetros
llegamos al punto en donde teníamos planeado dar la vuelta, el
camino termina ahí y delante de nosotros no hay mas que un barranco,
paramos, cogemos aliento y cuando nos disponíamos a regresar a
alguno de los 3 (no voy a decir a quien) se le ocurre la idea
descender al fondo del barranco y ascenderlo como si de una serie de
tratase, no les digo nada, solo que esos escasos 150m de ascensión
fueron mas duros que el resto de kilómetro juntos, pero valieron la
pena, otro objetivo conseguido.
La vuelta transcurre por
el mismo sitio por donde habíamos venido, pero ahora toca bajar gran
parte del recorrido, el ritmo de carrera es notablemente mayor así
que avanzamos sin problema. Durante la bajada nos cruzamos con varios
compañeros a los cuales ahora les tocaba ascender, saludos y ánimos
no pueden faltar al cruzarse con ninguno de ellos, y como si de una
cabalgata de reyes se tratase, comienzan a aparecer por el camino
bicicletas y más bicicletas, y más bicicletas...y más, no se
cuantos eran pero calculo que unos 50 personas haciendo una ruta por
el monte, si hubiera tenido una bicicleta me hubiera unido a ellos,
tenia una pinta genial. Pero no era el caso, aun quedaban unos
cuantos kilómetros para llegar a nuestro destino, no puedo decir
otra cosa sino que se me pasaron sin darme cuenta, disfrutando y
sufriendo al mismo tiempo. Al final hemos llegado los 3 juntos al
mismo lugar de donde habíamos partido, cansado pero satisfechos,
satisfecho no por haber batido ningún récord, ni mejorado ninguna
marca, ni ser lo mejores,...satisfechos simplemente por haber pensado
que podíamos conseguirlo y así lo hemos hemos.
Hoy se termina el año, y
no voy a desearos que se cumplan todos vuestros deseos, ni que seáis
felices, ni que todo os vaya mucho mejor que en este, solo os voy a
pedir una cosa;
NO ESPEREIS UNA
RECOMPENSA SIN ESFUERZO, LA RECOMPENSA
ESTÁ EN EL PROPIO
ESFUERZO.
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