Llevaba días sin escribir, pero no por ellos sin entrenar, un
poco de retiro espiritual que he aprovechado para rodar un poco sobre
asfalto, aproximadamente unos 15km cada día, pero no voy a detenerme
en esos 15km diarios, pasaré directamente al entreno de hoy.
Víspera de reyes. Ese sentimiento simulado de buenos deseos, de
amistad gratuita, de paz y de amor, ha finalizado...y ha sido
sustituido sin siquiera darnos cuenta por un consumismo vanal e
irracional, carente de todo sentimiento espontaneo y racional (no es
esté el propósito de mi entrada, así que proseguiré).
He quedado a las 9:30 horas en casa de Adri, vamos a entrenar el
Trail nocturno de Tegueste (TNT), nos hemos apuntado para correrlo la
semana próxima y hemos decidido que, que menos que haberlo hecho
aunque sea una vez para conocer un poco el terreno, ver por donde
transcurre y hacernos una idea de donde podemos apretar y cuanto nos
tocará sufrir (mala idea, ¿nos devolverán aún el dinero de la
inscripción?. Ese pensamiento fue efímero y vivió en nosotros solo
por un instante, pero desapareció al finalizar el entreno). Como
desconocemos el terreno por donde transcurre no nos ha quedado mas
remedio que descargarnos la ruta del Internet, pasarla a nuestro GPS
y que el nos guíe en cada momento.
Comenzamos en la misma plaza de Tegueste, nos quedan por delante
20km, pero vamos muy bien equipados, una pequeña botella de agua
cada uno (esto es broma, teníamos que haber llevado 20 botellas cada
uno), nuestro GPS y lo más importante, nuestra voluntad de continuar
a toda costa. En principio la ruta transcurre con bastante facilidad,
descendemos por una carretera de asfalto aproximadamente durante
1,5km hasta llegar a un pequeño desvío a mano derecho, cogemos el
desvío y llegamos hasta el cauce del barranco, en un principio nos
pareció divertido, pero fueron 2km que mas que una carrera aquello
parecía una mezcla entre el Paris-Dakar y humor amarillo, esquivamos
zarzas, saltamos charcos, pasamos entre medio de cañas gigantes,
toda una pista de obstáculos en la cual más que correr, avanzamos
como pudimos.
Al finalizar el tramo del barranco regresamos, aunque no por mucho
tiempo, al asfalto, empezaba en este momento la ascensión. Como las
piernas aún respondían bastante bien, ascendimos por la montaña
con facilidad, el sendero era estrecho, con bastante pendiente pero
nuestras piernas, nuestro corazón y nuestros pulmones aún iban
acompasados, como dirigidos por un buen director de orquesta,
ascendimos las primera de las crestas con bastante facilidad. Al
llegar a lo alto, comenzamos a disfrutar de un paisaje maravillo, al
fondo el Teide, a nuestros pies un barranco y si mirábamos hacia
abajo podíamos vislumbrar al fondo, como si de una pequeña ciudad
mágica se tratase, las olas rompían contra Bajamar. Descendimos
durante un buen rato, adentrándonos cada vez más en el fondo del
barranco, como si este quisiera llevarnos hacia sus entrañas para
digerirnos, momento que aprovechamos para recuperar un poco,
charlando e imaginándonos como será eso el día de la prueba en
plena oscuridad. Rodeamos montañas, bajamos barrancos y subimos
algún pequeño repecho, pero nada de importancia, durante bastantes
kilómetros fuimos felices.
Y de pronto y sin previo aviso, así es como surgen en la vida la
mayoría de los verdaderos problemas, apareció antes nosotros una
gran pendiente, mas bien aquello parecía un muro, como si de la Gran
Muralla China se tratase, esa pendiente inhumana ascendía y ascendía
y continua montaña arriba hasta donde nuestra vista alcanzaba . En
ese momento, no me lo podía creer, y Adri que aun contaba con mas
fuerzas que yo me dijo “Ánimo, no mires al fondo, solo mira
delante tuyo”, y eso fue lo que hice, me arme de valentía, a pesar
de que sabía que no podría subir corriendo hasta el final, entre
otras cosas porque no sabía siquiera donde estaba el final.
Yo no soy un gran corredor, ni lo pretendo ser, mi constitución
no es la idónea para eso, llevo demasiado peso encima para serlo,
pero una cosa si pretendo, poner a prueba mi fuerza de voluntad en
cada carrera, mi constancia en cada paso y mi capacidad de sacrificio
en cada respiración. Y os prometo que hoy he escurrido esas tres
cosas hasta el máximo. Cierto es que no pude continuar corriendo
durante todo el trayecto, por mas que pensaba “¿Has venido a
correr no?, pues hazlo!”, hubo momentos que tuve que cambiar el
correr por un caminar lo más dinámico que mi corazón me permitía,
y esa agonía se prolongó durante unos 4 kilómetros. Adri como buen
amigo bajo su ritmo e incluso llego a caminar conmigo en varios
momentos, yo ya no hablaba, solo respiraba, era imposible hacer las
dos cosas, llego incluso un momento en que aquello ganó tal
pendiente que siquiera Adri con todas sus fuerzas era capaz de correr
por allí. No sé cuanto tardamos en ascender desde el fondo del
barranco hasta lo alto de la montaña, solo sé dos cosas; lo hice lo
más rápido que pude, y poniendo en ello todas las fuerzas que
tenia.
Una vez en lo alto, tocaba llanear un poco, a mi aquello me
pareció como si estuviera en mitad del cielo, mis pulsaciones
volvieron a bajar a un ritmo humano, mis piernas dejaron de padecer
esos pinchazos con cada paso que daba, hasta incluso me pude permitir
el lujo de volver a hablar. Ahora, os digo una cosa, estar en los
alto de esa montaña, disfrutando del paisaje, de la compañía, del
sol y hasta del verde de las hojas de los árboles mientras volvíamos
a correr con la satisfacción de haberme esforzado al máximo para
ascender aquella muralla inhumana, eso es una cosa que nadie jamas
podrá regalarte por reyes. Llaneamos durante algunos kilómetros por
la alto, y como todo Yin tiene su Yang, era hora de bajar, hora de
regresar a nuestro lugar de partida.
La bajada transcurrió con bastante rapidez, con un poco de dolor
en las piernas por ir frenando y buscando un punto de apoyo irregular
en cada paso que dábamos, con algún llano de por medio que servia
para aliviar ese dolor. Los últimos kilómetro de descenso a mi se
me hicieron bastante duros, me dolían las rodillas de ir conteniendo
mi peso en cada paso, los tobillos de ir haciendo equilibrios para
intenta no caer en cualquier momento, no me lo podía creer, hasta la
bajada estaba siendo dura.
Al final hemos llegado de nuevo al asfalto y luego hasta el punto
de partida, un par de kilómetros para llegar hasta nuestro destino
en los cuales las piernas ya no me respondían, solo tenia ganas de
pararme y estirar, el dolor en las piernas superaba con mucho el
esfuerzo que tenían que hacer mis pulmones para respirar, pero solo
pensaba una cosa “Has venido a correr no?Pues hazlo!”
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