jueves, 5 de enero de 2012

TNT Tegueste, bienvenidos al infierno.

Llevaba días sin escribir, pero no por ellos sin entrenar, un poco de retiro espiritual que he aprovechado para rodar un poco sobre asfalto, aproximadamente unos 15km cada día, pero no voy a detenerme en esos 15km diarios, pasaré directamente al entreno de hoy.

Víspera de reyes. Ese sentimiento simulado de buenos deseos, de amistad gratuita, de paz y de amor, ha finalizado...y ha sido sustituido sin siquiera darnos cuenta por un consumismo vanal e irracional, carente de todo sentimiento espontaneo y racional (no es esté el propósito de mi entrada, así que proseguiré).

He quedado a las 9:30 horas en casa de Adri, vamos a entrenar el Trail nocturno de Tegueste (TNT), nos hemos apuntado para correrlo la semana próxima y hemos decidido que, que menos que haberlo hecho aunque sea una vez para conocer un poco el terreno, ver por donde transcurre y hacernos una idea de donde podemos apretar y cuanto nos tocará sufrir (mala idea, ¿nos devolverán aún el dinero de la inscripción?. Ese pensamiento fue efímero y vivió en nosotros solo por un instante, pero desapareció al finalizar el entreno). Como desconocemos el terreno por donde transcurre no nos ha quedado mas remedio que descargarnos la ruta del Internet, pasarla a nuestro GPS y que el nos guíe en cada momento.

Comenzamos en la misma plaza de Tegueste, nos quedan por delante 20km, pero vamos muy bien equipados, una pequeña botella de agua cada uno (esto es broma, teníamos que haber llevado 20 botellas cada uno), nuestro GPS y lo más importante, nuestra voluntad de continuar a toda costa. En principio la ruta transcurre con bastante facilidad, descendemos por una carretera de asfalto aproximadamente durante 1,5km hasta llegar a un pequeño desvío a mano derecho, cogemos el desvío y llegamos hasta el cauce del barranco, en un principio nos pareció divertido, pero fueron 2km que mas que una carrera aquello parecía una mezcla entre el Paris-Dakar y humor amarillo, esquivamos zarzas, saltamos charcos, pasamos entre medio de cañas gigantes, toda una pista de obstáculos en la cual más que correr, avanzamos como pudimos.
Al finalizar el tramo del barranco regresamos, aunque no por mucho tiempo, al asfalto, empezaba en este momento la ascensión. Como las piernas aún respondían bastante bien, ascendimos por la montaña con facilidad, el sendero era estrecho, con bastante pendiente pero nuestras piernas, nuestro corazón y nuestros pulmones aún iban acompasados, como dirigidos por un buen director de orquesta, ascendimos las primera de las crestas con bastante facilidad. Al llegar a lo alto, comenzamos a disfrutar de un paisaje maravillo, al fondo el Teide, a nuestros pies un barranco y si mirábamos hacia abajo podíamos vislumbrar al fondo, como si de una pequeña ciudad mágica se tratase, las olas rompían contra Bajamar. Descendimos durante un buen rato, adentrándonos cada vez más en el fondo del barranco, como si este quisiera llevarnos hacia sus entrañas para digerirnos, momento que aprovechamos para recuperar un poco, charlando e imaginándonos como será eso el día de la prueba en plena oscuridad. Rodeamos montañas, bajamos barrancos y subimos algún pequeño repecho, pero nada de importancia, durante bastantes kilómetros fuimos felices.


Y de pronto y sin previo aviso, así es como surgen en la vida la mayoría de los verdaderos problemas, apareció antes nosotros una gran pendiente, mas bien aquello parecía un muro, como si de la Gran Muralla China se tratase, esa pendiente inhumana ascendía y ascendía y continua montaña arriba hasta donde nuestra vista alcanzaba . En ese momento, no me lo podía creer, y Adri que aun contaba con mas fuerzas que yo me dijo “Ánimo, no mires al fondo, solo mira delante tuyo”, y eso fue lo que hice, me arme de valentía, a pesar de que sabía que no podría subir corriendo hasta el final, entre otras cosas porque no sabía siquiera donde estaba el final.
Yo no soy un gran corredor, ni lo pretendo ser, mi constitución no es la idónea para eso, llevo demasiado peso encima para serlo, pero una cosa si pretendo, poner a prueba mi fuerza de voluntad en cada carrera, mi constancia en cada paso y mi capacidad de sacrificio en cada respiración. Y os prometo que hoy he escurrido esas tres cosas hasta el máximo. Cierto es que no pude continuar corriendo durante todo el trayecto, por mas que pensaba “¿Has venido a correr no?, pues hazlo!”, hubo momentos que tuve que cambiar el correr por un caminar lo más dinámico que mi corazón me permitía, y esa agonía se prolongó durante unos 4 kilómetros. Adri como buen amigo bajo su ritmo e incluso llego a caminar conmigo en varios momentos, yo ya no hablaba, solo respiraba, era imposible hacer las dos cosas, llego incluso un momento en que aquello ganó tal pendiente que siquiera Adri con todas sus fuerzas era capaz de correr por allí. No sé cuanto tardamos en ascender desde el fondo del barranco hasta lo alto de la montaña, solo sé dos cosas; lo hice lo más rápido que pude, y poniendo en ello todas las fuerzas que tenia.

Una vez en lo alto, tocaba llanear un poco, a mi aquello me pareció como si estuviera en mitad del cielo, mis pulsaciones volvieron a bajar a un ritmo humano, mis piernas dejaron de padecer esos pinchazos con cada paso que daba, hasta incluso me pude permitir el lujo de volver a hablar. Ahora, os digo una cosa, estar en los alto de esa montaña, disfrutando del paisaje, de la compañía, del sol y hasta del verde de las hojas de los árboles mientras volvíamos a correr con la satisfacción de haberme esforzado al máximo para ascender aquella muralla inhumana, eso es una cosa que nadie jamas podrá regalarte por reyes. Llaneamos durante algunos kilómetros por la alto, y como todo Yin tiene su Yang, era hora de bajar, hora de regresar a nuestro lugar de partida.
La bajada transcurrió con bastante rapidez, con un poco de dolor en las piernas por ir frenando y buscando un punto de apoyo irregular en cada paso que dábamos, con algún llano de por medio que servia para aliviar ese dolor. Los últimos kilómetro de descenso a mi se me hicieron bastante duros, me dolían las rodillas de ir conteniendo mi peso en cada paso, los tobillos de ir haciendo equilibrios para intenta no caer en cualquier momento, no me lo podía creer, hasta la bajada estaba siendo dura.
Al final hemos llegado de nuevo al asfalto y luego hasta el punto de partida, un par de kilómetros para llegar hasta nuestro destino en los cuales las piernas ya no me respondían, solo tenia ganas de pararme y estirar, el dolor en las piernas superaba con mucho el esfuerzo que tenían que hacer mis pulmones para respirar, pero solo pensaba una cosa “Has venido a correr no?Pues hazlo!”




No hay comentarios:

Publicar un comentario