domingo, 15 de enero de 2012

El día de...


La noche anterior, soñé que trotaba y a la mañana me levante como un niño en Día de Reyes. He dejado preparado la ropa que descansa sobre una silla, como lo hacía cuando era pequeño antes de ir al colegio, pero antes he de irme a trabajar, un turno de 5 horas, que se hará largo debido a las ganas de que llegue la hora de la carrera.

Hoy es el día, aquel en que toca olvidarse de los entrenamientos, de reencontrarse con amigos que hacía tiempo que no veías, aquel en el que todo el mundo te da ánimos y un brazo antes de que empiece la carrera, te desean suerte y te dicen que nos veremos en la meta. Aquel en el que toca DISFRUTAR!!

Se acercan las 19:00 horas estreno ansiedad como en cada salida y unos minutos antes de la hora necesito ir al baño. Esta vez voy preparado para sufrir, para darlo todo y sobre todo para disfrutar. Me han vendado las rodillas para evitar en la medida de lo posible que el dolor se apodere de ellas durante la bajada (al final ha funcionado, el dolor casi ni hizo acto de presencia). A medida que se acerca la hora los nervios de manera incontrolable van aumentando, vamos ajustando los cronómetros y tratamos de ubicar a los cuatro o cinco a los que hay que ganarles, son mis referencias de carrera: “Cinco que corren parecido a mí”, como para todo en esta vida, hay que tener una motivación.

Todos colocados tras el arco de salida, a pesar de estar en reposo las pulsaciones no bajan de 100 ppm, debe ser cosa de los nervios, a Adri también le pasa lo mismo, son los nervios me comenta, me imagino que a Cristo también pero se ha situado un poco mas atrás, así que no puedo sino desearle suerte en la distancia, no hablé mucho con él antes de la salida.

Y comienza la carrera!! salen desde un lugar privilegiado aquellos que el año pasado quedaron en puestos de honor, su dorsal a diferencia del nuestro es rojo. Tras ellos salen el resto de corredores, Adri como si fuera perseguido por algo o por alguien sale a una velocidad que a mi me dejo sorprendido, va a por todas y o conseguirá, solo pienso mientras se aleja: “Ánimo Adri!!”. Yo comienzo la carrera junto a Polín, nuestro ritmo, ya hemos comprobado en los entrenamientos, es similar.

El resto de personas que corren entre nosotros, no podría describirlas, pero eran hombres y mujeres de entre 18 y 80 años, llevados por una fuerza insuperable que les impulsa a correr. Usan tenis con aire y de marca, dispuestos a gastar calzados, traspirar su ropa, todos equipados para esos 15 kilómetros que se avecinan. En el transcurso medirán una y otra vez su propio tiempo, están tratando de ganarle a alguien, a ellos mismo!!

El recorrido ya lo he descrito otras veces, pero esta vez, aquello es indescriptible. Una larga fila de luces se ha apoderado la oscuridad de los barrancos, en fila de a uno, como si de hormigas se tratasen, la montaña se llena de luces, como si alguien la hubiera rodeado de un rosario gigante. Solo por haber contemplado aquello, cualquier esfuerzo habría valido la pena.

Durante el recorrido, y hasta llegar al kilómetro 9, no habrá casi posibilidades de adelantar, algunos recovecos donde poder pasar a uno o quizás dos que te precedan, pero poco más. Así que, durante los 2 primero kilómetros, cada uno intenta colocarse lo mejor que puede, siempre dentro de sus posibilidades, será un kilómetro de bajada y uno de subida en donde todo el mundo intentará dar el máximo para poder ocupar su lugar. Tras esto, empezamos con la montaña.

Algunos, como es el caso de Cristo, escuchan música que acompaña el ritmo de sus piernas, otros escuchan sus latidos y su propia respiración, miran hacia delante, miran sus pies, huelen el polvo que levanta el que va delante, la brisa que corre por los barrancos, respiran, suspiran...pero todos a su ritmo continúan a lo largo del sendero, iluminándolo a su paso y aportando su granito de arena a esa gran serpiente de luz que se ha apoderado de la montaña.

El ambiente de la carrera es genial, cuando alguien se acerca por detrás tuyo a un ritmo bastante superior, te grita: “Izquierda!!”, “Derecha!!” es el lugar por donde, jugándose la vida para no caer al precipicio, piensan adelantarte. Disfrutan cuando pasan a otro corredor… pero lo alientan, le dicen que falta poco y le piden que no afloje. Yo haré lo mismo con todos aquellos a que rebase.

Muchos preguntan por el puesto de hidratación y se enojan porque no aparece. Están locos, ellos saben que en sus casas tienen el agua que quieran, sin esperar a llegar al avituallamiento, pero a pesar de ellos se encuentran aquí en mitad de ninguna parte, luchando por avanzar por estas pendientes inhumanas, intentando no rendirse y pesando siempre en seguir adelante. El resto de la carrera continuara con el mismo espíritu, todos intentado superarse a si mismos, animándonos unos a otros, les duelen las piernas, se acalambran, les cuesta respirar, tienen puntadas en el costado… pero siguen disfrutando de cada instante de sufrimiento, entre todos ellos me incluyo yo. A medida que avanzan en la carrera los músculos sufren más y más, la cara se desfigura, la transpiración corre por la caras, las puntadas empiezan a repetirse y unos kilómetros antes de la llegada comienzo a preguntarse que estoy haciendo allí. ¿Por qué no ser uno de los cuerdos que aplauden desde el camino?

Un poco más adelante, el llano, en donde la pista se hacia mas amplia, fue aquí donde adelante y animé a unas 10 o 15 personas, como conocía el terreno puede ir dosificando mis fuerzas esperando que llegase este momento y poder acelerar mi ritmo. A pesar no ser un buen corredor, me sentía cómodo corriendo, hacía mucho tiempo que eso no me pasaba, se notaban estas últimas semanas de entreno y gracias ello hubo un momento en que decidí exprimirme al máximo y aumentar de nuevo mi ritmo. Así continué durante varios kilómetros hasta que llego por fin la bajada, era hora de ver como respondían mis rodillas y si el vendaje que me habían hecho resultaría efectivo. Unos tres kilómetros de bajada me esperaban, una bajada que en momentos pierde su continuidad y hay que dar un salto para continuar por el siguiente escalón, pero a pesar de todo ello mis rodillas aguantaron a la perfección.

Al final en la meta un sentimiento de satisfacción,he disfrutado al correr, lo he conseguido.¡He ganado una vez más! Apenas me di cuenta de que perdí con 75… pero en mi cabeza solo se repite que volvía ganar. Otra meta alcanzada. Me gané a mi mismo, a los que insisten en mirar desde la vereda, a los que los miran por televisión y a los que ni siquiera saben que hay un loco corriendo en mitad de la noche a través de la montaña.


El resto de corredores cuando llegan se abrazan de su mujer o de su esposo que disimulan a puro amor la transpiración en su cara y en su cuerpo. Los esperan sus hijos y hasta algún nieto o algún abuelo les pega un grito solidario cuando atraviesan la meta. Llevan un cartel en la frente que enciende y apaga que dice “Llegué -Tarea Cumplida”. Se paran enseguida porque lo saludan los que llegaron antes. Se tiran al suelo y otra vez levantan porque van a saludar a los que llegan después que ellos. Intentan tirar una pared con las dos manos, suben su pierna desde el tobillo, abrazan a otro loco que llega más transpirado que ellos.

Miran con cariño y sin lástima al que llega diez minutos después, respetan al último y al penúltimo porque dicen que son respetados por el primero y por el segundo. Disfrutan de los aplausos aunque vengan cerrando la marcha ganándole solamente a la ambulancia o al tipo de la moto.

Otro día más, le hemos ganados a la vida!!!! Felicidades Adri, Cristo, Polín, Iago, Calero...y a un sin fin de amigos había allí reunidos.

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