martes, 10 de enero de 2012

TNT: la mágia de la noche


Martes 10 de Enero, desde el último asalto al infierno de Tegueste he salido 2 días a rodar en bicicleta, han sido 120 kilómetros de rodar y rodar, uno en soledad y otro, como no, en compañía de Adri y su cuñado. Ese segundo día mantuvimos un rodar más ligero de lo normal, relevándonos cada 1.000 o 2.000 metros para luchar contra el viento (como casi todo en esta vida, en compañía en todo mas fácil).

En medio he intentado otro asalto al infierno de Tegueste, esta vez en compañía de Cristo, fue de él de quien partió la idea de apuntarnos a la TNT, esta vez fue a un ritmo un poco más bajo que el anterior intento, y con perdida incluida a mitad del camino, casi acabamos en Bajamar (gracias a los hombres del camino que supieron reorientar nuestro rumbo). A pesar de la menor intensidad del recorrido, al terminar, el dolor en las rodilla sigue siendo intenso, espero que poco a poco las rodillas vayan acostumbrándose a este tipo de terreno y sufran cada menos.

Eso ha sido de modo breve lo sucedido en los últimos días, siempre como no, mezclado con alguna sesión de gimnasio, sobre todo en horas de la tarde donde ya oscurece y no es posible salir con la bici.

No es este el fin de esta entrada, dicen que a la tercera va la vencida, y yo no pienso rendirme ni a la tercera ni a la cuadringentésima vez hasta que no logre llevar a cabo el recorrido de una manera que yo sienta satisfactoria. Ello no implica que tenga que hacer un tiempo espectacular (sé que no soy capaz de ello), ni que tenga que realizar el recorrido completo sin caminar en ningún momento (cosa que me parece sobrehumana viendo el desnivel en ciertos tramos del mismo),ni siquiera que debe esforzarme al máximo en cada instante del recorrido (eso lo hago cada vez que intento algo), simplemente es un sentimiento que no tiene explicación, un sentimiento de satisfacción que nada tiene que ver con ser el mejor, ni con llegar el primero, solamente satisfacción por el trabajo bien hecho. Con esa idea rondando en mi cabeza, me tropiezo a Adri hoy en el trabajo y le comento mi pensamiento de volver a intentarlo de nuevo, nunca a su ritmo, eso sería imposible para mí. Para mi sorpresa me propone algo que no había siquiera pensado “¿porque no la hacemos de noche?”. ¿Como no se me había ocurrido a mi eso?, que gran idea, me parece perfecto, así que quedamos a las 20:00 horas en la misma plaza de Tegueste, lugar de donde partirá la carrera del sábado.

Llegada la hora, ya estamos allí, se unirá esta vez a nosotros un amigo de Adri, un grupo de 3, genial, en compañía todo es mas sencillo. Esta vez la rutina de preparación cambia un poco de la habitual, mayas, tenis, GPS forman ya parte de nuestra equipación rutinaria, pero esta vez incluimos Camelback y frontales, es de noche y hemos de ir preparados. Comienzan las comprobaciones, los frontales funcionan correctamente, las piernas preparadas para empezar a funcionar, los músculos están listo para comenzar a contraerse en cuanto el cerebro les dé la señal, todo preparado, así que partimos rumbo a lo conocido pero en mitad de la oscuridad.

La primera parte transcurre a través del asfalto, a pesar de las oscuridad y gracias a la iluminación viaria, esta primera parte no varia mucho de las dos veces anteriores, solamente algunas persona con que nos cruzamos nos miran como si fuéramos extraños en un mundo conocido, me imagino que estarán pensando algo así como ¿donde van estos 3 locos a estas horas de la noche con lo calentito que se está en casa?, es lo que yo hubiera pensado hace tiempo si me hubiera encontrado en su lugar. Tras superar el ultimo desnivel sobre asfalto, y transcurrido aproximadamente 2 kilómetros, tenemos la primera toma de contacto con la montaña, y con ella viene la oscuridad, una oscuridad absoluta nos acompañará durante los próximos 14 kilómetros.

Es entonces cuando ponemos en funcionamiento nuestros frontales, a partir de este momento nuestra única visión consistirá en un punto de luz que nos precede, una ventana de naturaleza que irá cambiando como las escenas de una película, porque por muy potentes que sean nuestros frontales nuestra visión se reduce a una superficie no mayor a la de una de esas televisiones de plasma, una de esas que la mayoría de la gente se encontrará viendo es este momento, o estará comprando en el MediaMark o en el Saturn aprovechando las rebajas del momento para de esta manera ser más felices con su nueva ventana artificial.

En cada paso que damos descubrimos una nueva pantalla, una pantalla a veces de piedras, a veces de barro, a veces simplemente veo la espalda de Adri o de su amigo, otras una pantalla llena de insectos indescriptible que revolotean alrededor de la luz como no pudieran evitar acercarse a ella.

El recorrido es el mismo que las veces anteriores, pero a pesar de ello cada paso que avanzo es una sorpresa para mí, todo parece nuevo, como un regalo de reyes que ya te esperas pero que abres con gran ilusión, de esa manera transcurre el ascenso hasta lo alto de la primera montaña, en este punto mi corazón va mil por hora, y Adri parece, o mas bien es que así va él, ir de paseo. En ese momento , antes de pasar al otro lado de la montaña mira hacia mi izquierda y contemplo como poco a poco las luces de la civilización van desapareciendo tras la montaña. La oscuridad, antes atenuada por las luces provenientes de la ciudad situada en la base de la montaña, se torna ahora en absoluta. En este punto la subida se torna en bajada, bajada que se prolongará durante unos 4 kilómetros, es este tramo la precaución debe es máxima debido a que cualquier resbalón, mal paso o simplemente un pequeño despiste puede acabar con cualquier a de nosotros en el fondo de algún precipicio, de noche todo resulta mucho más mágico pero también, más peligroso.

Continuo corriendo y disfrutando de esa maravillosa ventana que se abre ante nosotros a cada paso que avanzamos, no puedo ver mas allá de ese metro que alumbra mi frontal, pero a pesar de ello es como si tuviera ante mí el paisaje más maravillo del mundo. La calma es total, el silencio absoluto solamente alterado por mi propia respiración, la oscuridad se ha apoderado hace rato de todo lo que nos rodea. No sé en que momento se unió a nosotros, pero una nueva compañera se ha unido a nosotros en nuestra pequeña aventura nocturna, una compañera que nos acompañará el resto del camino y que convirtió el resto del trayecto en algo aún más mágico, la luna llena. Parece como si nos quisiera animar a continuar, o nos vigilará para que nada malo nos pasase, no sé cual fue la razón pero si es verdad que fue una mas del grupo durante el resto del trayecto, ninguno de nosotros pudo por más que quiso dejar de dirigir su mirada hacia ella cada cierto tiempo, al igual que los marineros miran hacia el horizonte en busca de algún faro, nosotros oteábamos el cielo en busca de nuestra nueva compañera de viaje.


La subida fue igual de dura que la vez anterior, quizás un poco más porque las piernas vienen mas cargadas de los días anteriores, los femorales se agarrotan cada vez más y los gemelos parecen convertirse en piedras a cada paso, pero una cosa puedo asegurar, fue una subida increíble, en plena oscuridad, silencio sepulcral y rodeada de miles de pensamientos de todo tipo que rondaban por mi mente, una trayecto perfecto para pensar.

El resto del trayecto transcurrió a un buen ritmo, era casi todo llano o bajada, no hubo problema en aumentar un poco el ritmo e intentar ganarnos a nosotros mismo o quizás estábamos intentando quedar bien delante de nuestra nueva compañera de viaje. Solo una sorpresa nos aguardaba la final del camino. Al llegar al final de la pista, en donde el monte se funde de nuevo con el asfalto, donde ya todos los esfuerzos se han dejado atrás, y donde todo lo sufrido se convierte ahora en una mera anécdota, y como si el destino quisiera hacerme un pequeño guiño, nos esperaba allí un coche de la PPLL, era el cuñado de Adri ,al que le hubiera gustado seguramente acompañarnos, pero le tocaba trabajar y al ser conocedor de la zona y saber por donde íbamos a aparecer estaba allí esperándonos. Un breve saludo y continuamos la marcha, el resto del camino transcurrió por asfalto y sin mayor problema, en total 1 hora y 46 minutos...un sentimiento de satisfacción se apodera de mí.



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