En medio he intentado otro asalto al
infierno de Tegueste, esta vez en compañía de Cristo, fue de él de
quien partió la idea de apuntarnos a la TNT, esta vez fue a un ritmo
un poco más bajo que el anterior intento, y con perdida incluida a
mitad del camino, casi acabamos en Bajamar (gracias a los hombres del
camino que supieron reorientar nuestro rumbo). A pesar de la menor
intensidad del recorrido, al terminar, el dolor en las rodilla sigue
siendo intenso, espero que poco a poco las rodillas vayan
acostumbrándose a este tipo de terreno y sufran cada menos.
Eso ha sido de modo breve lo sucedido
en los últimos días, siempre como no, mezclado con alguna sesión
de gimnasio, sobre todo en horas de la tarde donde ya oscurece y no
es posible salir con la bici.
No es este el fin de esta entrada,
dicen que a la tercera va la vencida, y yo no pienso rendirme ni a la
tercera ni a la cuadringentésima vez hasta que no logre llevar a
cabo el recorrido de una manera que yo sienta satisfactoria. Ello no
implica que tenga que hacer un tiempo espectacular (sé que no soy
capaz de ello), ni que tenga que realizar el recorrido completo sin
caminar en ningún momento (cosa que me parece sobrehumana viendo el
desnivel en ciertos tramos del mismo),ni siquiera que debe esforzarme
al máximo en cada instante del recorrido (eso lo hago cada vez que
intento algo), simplemente es un sentimiento que no tiene
explicación, un sentimiento de satisfacción que nada tiene que ver
con ser el mejor, ni con llegar el primero, solamente satisfacción
por el trabajo bien hecho. Con esa idea rondando en mi cabeza, me
tropiezo a Adri hoy en el trabajo y le comento mi pensamiento de
volver a intentarlo de nuevo, nunca a su ritmo, eso sería imposible
para mí. Para mi sorpresa me propone algo que no había siquiera
pensado “¿porque no la hacemos de noche?”. ¿Como no se me había
ocurrido a mi eso?, que gran idea, me parece perfecto, así que
quedamos a las 20:00 horas en la misma plaza de Tegueste, lugar de
donde partirá la carrera del sábado.
Llegada la hora, ya estamos allí, se
unirá esta vez a nosotros un amigo de Adri, un grupo de 3, genial,
en compañía todo es mas sencillo. Esta vez la rutina de preparación
cambia un poco de la habitual, mayas, tenis, GPS forman ya parte de
nuestra equipación rutinaria, pero esta vez incluimos Camelback y
frontales, es de noche y hemos de ir preparados. Comienzan las
comprobaciones, los frontales funcionan correctamente, las piernas
preparadas para empezar a funcionar, los músculos están listo para
comenzar a contraerse en cuanto el cerebro les dé la señal, todo
preparado, así que partimos rumbo a lo conocido pero en mitad de la
oscuridad.
La primera parte transcurre a través
del asfalto, a pesar de las oscuridad y gracias a la iluminación
viaria, esta primera parte no varia mucho de las dos veces
anteriores, solamente algunas persona con que nos cruzamos nos miran
como si fuéramos extraños en un mundo conocido, me imagino que
estarán pensando algo así como ¿donde van estos 3 locos a estas
horas de la noche con lo calentito que se está en casa?, es lo que
yo hubiera pensado hace tiempo si me hubiera encontrado en su lugar.
Tras superar el ultimo desnivel sobre asfalto, y transcurrido
aproximadamente 2 kilómetros, tenemos la primera toma de contacto
con la montaña, y con ella viene la oscuridad, una oscuridad
absoluta nos acompañará durante los próximos 14 kilómetros.
Es entonces cuando ponemos en
funcionamiento nuestros frontales, a partir de este momento nuestra
única visión consistirá en un punto de luz que nos precede, una
ventana de naturaleza que irá cambiando como las escenas de una
película, porque por muy potentes que sean nuestros frontales
nuestra visión se reduce a una superficie no mayor a la de una de
esas televisiones de plasma, una de esas que la mayoría de la gente
se encontrará viendo es este momento, o estará comprando en el
MediaMark o en el Saturn aprovechando las rebajas del momento para de
esta manera ser más felices con su nueva ventana artificial.
En cada paso que damos descubrimos una
nueva pantalla, una pantalla a veces de piedras, a veces de barro, a
veces simplemente veo la espalda de Adri o de su amigo, otras una
pantalla llena de insectos indescriptible que revolotean alrededor de
la luz como no pudieran evitar acercarse a ella.
El recorrido es el mismo que las veces
anteriores, pero a pesar de ello cada paso que avanzo es una sorpresa
para mí, todo parece nuevo, como un regalo de reyes que ya te
esperas pero que abres con gran ilusión, de esa manera transcurre el
ascenso hasta lo alto de la primera montaña, en este punto mi
corazón va mil por hora, y Adri parece, o mas bien es que así va
él, ir de paseo. En ese momento , antes de pasar al otro lado de la
montaña mira hacia mi izquierda y contemplo como poco a poco las
luces de la civilización van desapareciendo tras la montaña. La
oscuridad, antes atenuada por las luces provenientes de la ciudad
situada en la base de la montaña, se torna ahora en absoluta. En
este punto la subida se torna en bajada, bajada que se prolongará
durante unos 4 kilómetros, es este tramo la precaución debe es
máxima debido a que cualquier resbalón, mal paso o simplemente un
pequeño despiste puede acabar con cualquier a de nosotros en el
fondo de algún precipicio, de noche todo resulta mucho más mágico
pero también, más peligroso.
Continuo corriendo y disfrutando de esa
maravillosa ventana que se abre ante nosotros a cada paso que
avanzamos, no puedo ver mas allá de ese metro que alumbra mi
frontal, pero a pesar de ello es como si tuviera ante mí el paisaje
más maravillo del mundo. La calma es total, el silencio absoluto
solamente alterado por mi propia respiración, la oscuridad se ha
apoderado hace rato de todo lo que nos rodea. No sé en que momento
se unió a nosotros, pero una nueva compañera se ha unido a nosotros
en nuestra pequeña aventura nocturna, una compañera que nos
acompañará el resto del camino y que convirtió el resto del
trayecto en algo aún más mágico, la luna llena. Parece como si nos
quisiera animar a continuar, o nos vigilará para que nada malo nos
pasase, no sé cual fue la razón pero si es verdad que fue una mas
del grupo durante el resto del trayecto, ninguno de nosotros pudo por
más que quiso dejar de dirigir su mirada hacia ella cada cierto
tiempo, al igual que los marineros miran hacia el horizonte en busca
de algún faro, nosotros oteábamos el cielo en busca de nuestra
nueva compañera de viaje.
La subida fue igual de dura que la vez
anterior, quizás un poco más porque las piernas vienen mas cargadas
de los días anteriores, los femorales se agarrotan cada vez más y
los gemelos parecen convertirse en piedras a cada paso, pero una cosa
puedo asegurar, fue una subida increíble, en plena oscuridad,
silencio sepulcral y rodeada de miles de pensamientos de todo tipo
que rondaban por mi mente, una trayecto perfecto para pensar.
El resto del trayecto transcurrió a un
buen ritmo, era casi todo llano o bajada, no hubo problema en
aumentar un poco el ritmo e intentar ganarnos a nosotros mismo o
quizás estábamos intentando quedar bien delante de nuestra nueva
compañera de viaje. Solo una sorpresa nos aguardaba la final del
camino. Al llegar al final de la pista, en donde el monte se funde de
nuevo con el asfalto, donde ya todos los esfuerzos se han dejado
atrás, y donde todo lo sufrido se convierte ahora en una mera
anécdota, y como si el destino quisiera hacerme un pequeño guiño,
nos esperaba allí un coche de la PPLL, era el cuñado de Adri ,al
que le hubiera gustado seguramente acompañarnos, pero le tocaba
trabajar y al ser conocedor de la zona y saber por donde íbamos a
aparecer estaba allí esperándonos. Un breve saludo y continuamos la
marcha, el resto del camino transcurrió por asfalto y sin mayor
problema, en total 1 hora y 46 minutos...un sentimiento de
satisfacción se apodera de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario