domingo, 15 de enero de 2012

El cuerpo tiene un límite, pero es normalmente la mente quien lo fija.

Tras el Trail del sábado noche, la carrera ha quedado aparcada. Tocaba desconectar un poco de la montaña y coger de nuevo el ritmo de la bicicleta, hay que tener un equilibrio entre todo y no dejar nada aparcado, así que toca rodar un poco en bici, 60 km de recuperación.

Cierto es que la motivación acompañaba, debía de ser la adrenalina del día anterior que aun corría por mis venas, como el alcohol que sigue en sangre el día después de haberte emborrachado, con la diferencia de que el alcohol te lleva aprometer que no beberás más, pero la adrenalina y el recuerdo de la carrera te llevan a pensar: “quiero más, quiero otra”, podríamos decir que en cierta medida es como una droga que corre por tu venas. Por otro lado, ayer me encontraba algo cansado pero quería salir...así que después de comer, y sin pensármelo demasiado cogía la ropa, preparé la bicicleta y salí destino a las Teresitas, me proponía rodar 60km de recuperación.

Una vez allí, y como pretendía rodar los 60km en solitario, me prepare la música, esta vez algo animado, busqué en el Ipod, mi primera opción fue Isabel Mebarak Ripoll, pero no quería repetir, así que seguí buscando y al final me decidí por Akwid, un grupo mejicano que hace varios años estuvo nominado a los Grammy latinos, no es que sean el mejor grupo del mundo, pero su música es animada, a veces hasta algo desagradable, justo lo que necesitaba.

Comencé a rodar sobre las 16.30, el tiempo iba a ser justo si pretendía hacer los 60 kilómetros antes de que se pusiera el sol, así que sin pensarlo más empecé a pedalear. Al ser un domingo por la tarde casi no había nadie en el trayecto, casi todo el mundo habría salido por la mañana para tener la tarde libre, pero a mi por la mañana me fue imposible, estaba demasiado cansado aun de la carrera. Las piernas comenzaron doliéndome un poco, como un motor al que le falta aceite, no terminaban de coger un ritmo ni de entrar el calor, pero poco a poco esa sensación fue desapareciendo y fueron recuperando su ritmo natural, no es que sea demasiado bueno, pero yo conozco mi ritmo y sabía hasta donde podía forzar las piernas.

La ida hacia Santa Cruz se hace sencilla, porque aunque pequeña, tiene una mínima pendiente a tu favor y en la mayor parte del recorrido el viento es tu compañero de viaje y va a tu favor. La vuelta es una cosa diferente, es, como ya he dicho en alguna otra ocasión, el Yin que acompaña al Yang. Esa mínima pendiente ahora en mi contra se junta ahora con el viento, que se ha convertido en mi mayor enemigo y ahora juega en mi contra. No puedo mas que intentar acoplarme lo más posible a la bicicleta para fundirme como si fuéramos una sola pieza para disminuir la fuerza del viento e intentar pedalear con todas mis fuerzas para llegar al final del circuito para dar la vuelta y de esa manera tener un pequeño respiro durante unos cuantos kilómetros.

Transcurren así 2 horas de idas y venidas en solitario, solamente, yo, mi música y mis pensamientos, pensamientos de todo tipo. La mayoría relacionados con la buena sensación de la TNT de la noche anterior, pero también mezclados aparecerán pensamientos de motivación, entre ellos uno que suele venirme muy a menudo a la cabeza: “El dolos es inevitable, el sufrimiento voluntario”, así que intento disfrutar de esa sensación de libertad que te da la bici, disfrutar de ver como tu cuerpo, como si de una maquina perfectamente diseñada se tratase, coordina todos los músculos de tu cuerpo para mantenerte en equilibrio y a la vez en movimiento en ese fino objeto inventado por el hombre.

Al final, 63 kilómetros en 2 horas,no está mal, por lo menos para mí que no soy ni de lejos un buen ciclista, pero bueno, he disfrutado, he sufrido, he pensado, incluso he pensado en algún momento en parar antes de tiempo, pero no lo he hecho, así que me voy contento para casa...he entrenado el cuerpo, y sobre todo la mente.

Si algo aprendes haciendo deporte, o por lo menos, eso he aprendido yo es que el cuerpo tiene un límite, pero es normalmente la mente quien lo fija.

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