lunes, 16 de enero de 2012

Un "amigo-desconocido"

Hoy iba a ser un día de descanso, tras la carrera del sábado y la bici de recuperación de ayer domingo, simplemente tenía pensado ir un rato al gimnasio, una pequeña sesión de pesas, algunas abdominales y poco más.

Estaba en mi cama, haciéndome el vago en el transcurso de la mañana, disfrutando de la misma sin prisas y sin nada especial que rondará por mi cabeza, cuando de pronto llega un SMS al móvil, es Karim Balli invitándome a salir esta tarde en bici. El recorrido que tenía pensado hacer es el mismo que había realizado yo el día anterior, ya que él había participado ayer domingo en una prueba y quería rodar suave hoy para recuperar un poco. No puedo resistirme a la tentación, le contesto que sí y enseguida me levanto de la cama para dirigirme al gimnasio sin pensarlo, una breve sesión de apenas 1 hora y vuelta a mi casa para almorzar, descansar lo justo, preparar la bici y ponerme rumbo de nuevo a las Teresitas.

Una vez allí comienzo a prepararme, la rutina es muy parecida a la de correr, me enfundo el maillot, me coloco las zapatillas, coloco el GPS en la bicicleta, la banda de las pulsaciones en el pecho...todo muy similar al día anterior, parece in flashback. Solo una diferencia, esta vez iré acompañado con lo cual no me hará falta música ni para motivarme ni para hacerme mas ameno el trayecto de ida y vuelta que se repetirá sin cesar una y otra vez, llevo la mejor de la motivaciones conmigo, o más bien, yo con él, un compañero de viaje.

Las primeras idas y venidas, a pesar de que el viento seguía haciendo de las suyas, y que la pendiente continuaba con sus vaivenes, rodamos en paralelo. Mantuvimos una buena conversación relacionada con el espíritu de sacrificio necesario para el deporte, y como ese espíritu es luego aplicable al resto de las acciones de tu vida cotidiana, transcurrieron de esa manera cerca de 45 minutos. Que gran diferencia en comparación con la tortura de ayer, llevamos 25 kilómetros y casi ni me he dado cuenta. Como habíamos salido solo a acumular unos cuantos kilómetros en las piernas el ritmo no fue demasiado alto, seguimos hablando un poco de todo. Muchas veces de la gran aventura en que nos habíamos embarcado desde hace tiempo por separado y que fue donde nos conocimos. Otras de como todo esfuerzo tiene su recompensa..en definitiva, un poco de todo.

Transcurrieron así 40 kilómetros, que son los que tenía pensado hacer Karim, aun le faltaba pasar por el gimnasio y la tarde iba ya dando paso a la noche. Así que cuando llevábamos 1h 15min aproximadamente, decidió tomar rumbo al gimnasio, llegaba la parte dura, tocaba continuar en solitario.

No me digáis como pasó, de donde apareció, quien era, ni donde estaba anteriormente, pero justo cuando Karim decidió dar la vuelta rumbo a Santa Cruz, y como si de un guión de una película se tratase, apareció detrás mio un compañero ciclista. Que suerte!!! no tenia que seguir rodando solo y luchando contra el viento sin ninguna compañía. Además no hizo falta ni una sola palabra, ni una sola mirada, ni un solo gesto...simplemente se puso delante de mí y yo sin pensarlo siquiera un instante me pegue a él, como si fuera una rémora que sigue a su tiburón nodriza. Posteriormente los papeles fueron alternándose, unas veces el delante y otras yo, así fuimos luchando contra el viento y la pendiente el resto del trayecto.

Que maravilloso es el deporte, que sin un sola palabra, sin solo gesto ni una sola explicación, dos completos desconocidos forman ahora un solo objeto...eramos dos convertidos en uno luchando contra el viento, contra el dolor en las piernas y la falta de aire en los pulmones, y a pesar de ello íbamos disfrutando. Llaneamos así durante varios kilómetros, mi GPS marcaba ya 48 y el sol empezaba a ocultarse detrás de las montañas. Decidí entonces, y a pesar de que hubiera podido seguir disfrutando de la compañía, aumentar un poco más el sufrimiento de mis piernas y dirigirme a toda prisa hacia Igueste de San Andrés, iba a ser una lucha a contra reloj entre la oscuridad y yo. Debía llegar y regresar antes de que el Sol se ocultase por completo, y no faltaba mucho para ello.

Me despedí de ese “amigo-desconocido” que había sido mi mejor compañero durante esos 5 kilómetros, una adiós y un agradecimiento mutuo fueron las únicas palabras que cruzamos, pero estoy seguro que algún día nos volveremos a encontrar y volveremos a ser uno solo en la carretera.

Dirigí entonces mi mirada hacia el mirador que se encontraba en lo alto de la montaña, son apenas tres kilómetros de subida y otros tantos de bajada hasta Igueste y luego su Yang correspondiente. Conversé durante unos escasos segundo con mi corazón, mis piernas y mis pulmones y les expliqué que necesitaba un último esfuerzo para poder ir y regresar antes de que la oscuridad se apoderara de la carretera, estuvieron de acuerdo...un último esfuerzo para terminar el día. Fueron 12 kilómetros en los que no paré de pedalear ni un solo instante, en los que apuré cada centímetro de asfalto de cada curva para poder recortar todo el terreno posible y en los que siquiera pensé en nada, solo pensaba “pedalea, pedalea, pedalea”...el sol se iba ocultando, la oscuridad se iba haciendo con la carretera. Pero he reconocer y agradecer, que la conversación había tenido su efecto y allí estábamos los cuatro, corazón, piernas, pulmones y mente, todos trabajado en equipo para vencer a la oscuridad, en las subidas y en las bajadas...todos juntos.

Al final logré llegar de nuevo a las Teresitas antes del ocaso, habían sido 57 kilómetros, en los que había de nuevo disfrutado y sufrido al mismo tiempo, y de nuevo ese sentimiento de satisfacción se había apoderado de mí, otra batalla ganada, otro día más, otro día menos por vivir, pero ha valido la pena tacharlo del calendario.

Gracias Karim y gracias “amigo-desconocido”.

1 comentario:

  1. ...por un momento sentí que yo también pedaleaba... hasta nerviosa me puse
    me encanta :D

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